miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nunca me pareció mas hermoso el amor

Su mirada me quemaba como una llama encendida. Su piel y sus labios me llamaban aunque yo no quería oírlos, bueno, no demasiado. A veces hay que dejarse llevar por las sensaciones del momento, perderse en los besos perdidos, en los susurros que aunque no tienen nada que decir, hablan. Cada vez más siento que no debo despegarme de él, que siempre quiero tenerlo, o por lo menos intentarlo. Lo echo de menos cuando falta, lo necesito a mi lado cuando está. Me hace olvidar al resto, no pensar en nada más que no sea él, me hace no darle importancia a los comentarios, a las críticas, a los murmullos, y que simplemente me centre en esas palabras que me envuelven cada vez que me las dice. Puedo sentir su pulso cada vez que me abraza, y su respiración lenta y pausada cada vez que me habla al oído. Me contempla como si no hubiese nadie más, lo observo como si el fuera el único, y cada vez pega más fuerte. El inicio del otoño tiñe de cobre los árboles, y el inicio de el invierno tiñe en mi una nueva ilusión y que llegado a la conclusión, de que nunca me pareció más hermoso el amor que en este instante, junto a él.